Recogiendo la vieja costumbre devenida de las peregrinaciones del siglo VIII de visitar la Catedral de Oviedo y sus reliquias y de ver qué carajo hacían unos llamados «visigodos» al Oeste del Imperio de Carlomagno, y sobre todo creyendo que durante el Covid, tras el acuartelamiento de un año y del cual creíamos que no volveríamos a salir de la región, pues escribí este texto, y otros que están por llegar, si la buena aventura nos toca en suerte.
Un texto que recobra aquellas viejas correrías de viajeros intrépidos, de peregrinos orationis y al margen de iglesias y obispos que solo querían salvar su alma , diplomáticos mensajeros de toma y daca agasajando y queriendo llevar al redil ortodoxo de los Francos a la grey pagana de las Asturias, vagantes y caminantes sin mucho rumbo más que comer tras tanta pandemia, donde echarse al camino era vivir, que no era poco.
Tránsitos de mensajeros entre la extraña Asturias y la lejana Aquisgrán, arrieros y demás que pululaban junto con las soldadescas de unos y otros… y de esos tránsitos habla el libro mirando a Oviedo y escogiendo dos veredas en este primer tomo, la de El Salvador ((León- Oviedo) que recobra el espíritu del siglo VIII jalonado por los templos y monasterios bajo la advocación de El Salvador, como el de Cabanillas, etc., luego colonizada tal traza por el fenómeno jacobeo.
Y la Vereda Primigenia, más que » Camino Primitivo», puesto que le dio tal título en 1993, y que como tal recorrido constituyó el eje argumental sobre el que apoyar el discurso jacobeo para variar el destino final, incluso aderezado con el Finis Terrae como aditamento. Es más, de la caterva de peregrinos, que con cierta presencia en la literatura odóperica dentro el contexto europeo, que cuenta con una nómina de unos veinticinco peregrinos que van desde 1150 al 1954, ninguno de ellos realizó el Camino Astur-Galaico, hoy conocido como Camino Primitivo, como mucho alguno de ellos cruzó desde Salas a Luarca por tierras vaqueiras para seguir hacia Betanzos.
Pues bien, siguiendo con la pragmática de mirar para Oviedo, presento esta colonizada vereda primigenia, que arranca ante la colegiata de El Salvador de Grandas de Salime, para alcanzar la pequeña ermita de El Salvador de Orrea y plantarse ante la catedral de Oviedo y sus reliquias, dejando detrás de sí toda una historia de personajes como Adelgaster, Adosinda, Silo, un rey que tengo por jurado que nunca estuvo en Libredón, y menos mal, porque de haber estado a buen seguro que el arca marmárica hoy estaría en la catedral ovetense y no en Santiago, casi seguro..
En fin, de todo ello, se cuenta en el libro a la vez que se van describiendo las etapas de ambos Caminos de peregrinación, a cuya compra y lectura te invito
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